sábado, 2 de febrero de 2008

RASCA

Desde mi pelona, para el mundo…y para los rascadores profesionales.

Rascarse ha sido, y será sin duda alguna un gran alivio para todo el mundo. Desconozco en realidad si todos los seres vivos contamos con esa cualidad, pero casi puedo asegurar que todos, absolutamente todos la tenemos ya que el rascarnos es una manera de curarnos de algún posible ataque de un cuerpo extraño que nos esté molestando. Hemos visto en documentales, en nuestras casas o en el zoológico rascarse a perros, leones, changos (de cualquier tipo), mandriles, caballos (restregándose contra un árbol o pared), peces (frotándose contra una roca), gatos, etc., etc., y hay un chiste algo añejo, que por cierto no me acuerdo muy bien que nos dice cual es la razón por la cual las mujeres al despertarse todas las mañanas se rascan la cabeza y los hombres un poquitìn mas abajo. Cosas de los géneros no cabe duda.

He escogido dos acepciones –de las varias que tiene- que la Real Academia Española tiene para la palabra rasca. i) Refregar o frotar fuertemente al piel con algo agudo o áspero y por lo regular con las uñas, y ii) Limpiar algo con un rascador o una rasqueta. Estas dos acepciones son las que en estos momentos y como homo sapiens que somos nos atañen. Rascarnos nosotros mismos con las uñas, que otra persona nos rasque la espalda, la cabecita o cualquier otra parte con sus uñas o con cualquier cosa, y por último el rascarnos con una manita rascadora (yo tengo una color verde) que la RAE le dice elegantemente “rasqueta” como las que nos venden en los altos para alcanzar aquellas partes que por su lejanía no podemos alcanzar a tocarnos y mucho menos rascarnos.

Hasta aquí todo va muy bien. Si nos da comezón nos rascamos o le pedimos a alguien que nos rasque y santo remedio… ¡Se nos acaba el malestar!

Últimas investigaciones indican que el rascar hace que se nos olviden ciertas cosas. En un estudio en no se que universidad gringa se demostró que el rascarnos hace que ciertas áreas de la corteza cerebral relacionadas con el dolor y la memoria bajan su actividad de manera proporcional a la intensidad de la rascada. La próxima vez que Usted se encuentre rascándole, digamos la espalda a su pareja le aconsejaría que le pusiera frente a su cara una foto suya con su nombre no vaya a ser que al despertar le diga el clásico y eterno ¿Oye, me disculpas pero como te llamas?

Imagínese ahora lo que se puede alegar en cualquier juicio. Se llegaría a casos extremos ya que con toda seguridad podremos argumentar que cuando nos agarraron con las manos en la masa nos estábamos rascando y que definitivamente no tenemos registrado tal o cual hecho delictivo. Los enamorados al momento de jurarse amor eterno deberán de tener sumo cuidado de que su pareja no se rasque ya que se podría da el caso de que saliendo de la iglesia ya no se acuerden el uno del otro y los bancos a momento de otorgar un crédito deberán vigilar que el firmante no se encuentre rascándose. Llego a la conclusión que las personas que sufren de Alzheimer tuvieron forzosamente que pasar mucho, muchísimo tiempo de su vida rascándose sin parar y sin piedad. Debería de haber un grupo de apoyo o recuperación que se sea Rascadores Anónimos cuyo lema tendría que ser “solo por hoy no me rasco”.

Estos estudios cada vez me sorprenden más. De los que me acuerdo y conste que no me estoy, ni nadie me está rascando son tres. El primero es sobre las cien millones de relaciones sexuales que se realizan todos los días en el mundo. El segundo sobre que el Chateo en el ciberespacio crea adicción. El tercero es sensacional y aunque no lo crean dice que la inteligencia de las mujeres es proporcional a su peso o gordura, y ahora este cuarto y magnifico estudio sobre los peligros de rascar o que nos rasquen.

A la luz de todos estos estudios hechos por las universidades mas famosas del mundo se podría dar el caso de que nuestra pareja haya sido sumamente lista debido al cuerpo de modelo que tenía cuando la conocimos, que haya menguado su inteligencia por dos embarazos hechos al amparo de las cien millones relaciones que se hacen en todo el mundo diariamente, que la hayamos conocido en noches interminables de chateo y que si no nos acordamos de ella no es porque pese ahora noventa kilos sino porque nos rascamos cada vez que la vemos.

Extraños caminos tiene la ciencia, no cabe duda.

martes, 15 de enero de 2008

¡ESE HOUSE ESTA BIEN PELON!

Desde mi pelona y para el mundo con diagnósticos pelones del Dr. House

Desde hace mucho tiempo no seguía con cierta regularidad un programa o serie de televisión. De alguna u otra manera este tipo de series se me hacen algo previsibles por mejor reparto que tengan y no me llaman la atención ya que basta con ver dos o tres capítulos para imaginar todas –o casi todas- las variables que pueda tener la serie. Que fulanita ya salió con fulanito, que le puso los cuernos o que hay un complot universal para destartalar aun mas al mundo o bien que un solo policía podrá con una vil navaja desarmar una bomba de neutrones. Así podríamos seguir por muchos y muchos capítulos. Estas series gringas son como las telenovelas mexicanas: con el sólo hecho de ver al reparto ya sabemos que pasará, cuando terminará, quien se morirá y quienes serán los héroes.

Pese a todo lo anterior he seguido dos series. Me acuso. Una por cierto es de mafiosos de New Jersey, Los Soprano, que acaba de terminar y la otra que sigo y que seguiré por todas las temporadas que sea necesario es la del famoso Dr. House que se desarrolla en un hospital, al igual, que como la anterior serie en el estado de New Jersey.

Para mi resulta tan convincente el malandrín del House que estoy pensando en llevar a consulta con el a mi mamá que es totalmente afecta a los galenos y aficionadísima a las medicinas y decirle además a mi hijo que si algo me llegara a pasar que llame a House y que aunque le diga él que no es doctor o que está en el foro grabando un capítulo que aun así me recete, punto.

Me encantan varias cosas del programa. House es un doctor que se la vive materialmente pasado o elevado en complicidad con el hospital. Todo el mundo sabe que toma cierta droga para calmar dolores en una pierna y que tiene de estas pastillas “analgésicas” en todos lados y en grandes cantidades. House es un engreído. House en un malcriado. House es voluble. House es sangròn y mamìlisima. House es revanchista y muy prepotente, House es grosero y sarcástico con todo el mundo. ¿Pero que hace que House sea un genio del diagnóstico?

De medicina debo confesar que tengo conocimientos nulos por lo que del mundo de los hospitales no se nada, solo pagar la cuenta. Sin embargo, lo que me llama poderosamente la atención del Dr. House es que al estilo de un investigador pregunta, analiza, se equivoca varias veces, hace pruebas, hipótesis, se vuelve a equivocar, casi mata a sus pacientes, se pelea con ellos y con sus familiares pero al final tiene el diagnóstico adecuado y salva al enfermo. Este minusválido llamado House debería de dar pláticas a directores de empresas, a políticos y hasta a Hugo Sánchez para que les enseñe a analizar un problema, aislarlo y tomar una serie de medidas correctivas para que sea eliminado o bien, controlado totalmente. House al hablar con sus pacientes no se anda por las ramas con eufemismos por mas grave que sea la enfermedad. Si hay alguien que tenga cáncer se lo dirá en lugar de decir que tiene una enfermedad “zodiacal”.

Ayer, por ejemplo vi un capítulo en el cual a House le tapan por una mancha de sangre la alfombra de su oficina. ¿Qué hizo este doctorcito? Pues al mas puro estilo del PRD se dedicó a hacerle a medio mundo la vida de cuadritos. House con sus ayudantes (que cada vez se le rebelan más, pero que los controla) se dedica a hacer juntas en cualquier lugar. Toma la oficina de su jefa, la estación de las enfermeras, la sala de juntas, las oficinas de otros doctores y hasta ocupa la capilla del hospital intimidando a los dolientes que se encuentran ahí rezando. Al final le devuelven su alfombra manchada de sangre. No se porque este capítulo de Dr. House me hizo relacionar o recordar al PRD con campanas y con iglesias. En fin, no lo sé.

Me quiero imaginar, digamos como Director de Pemex a un tipo con las características analíticas de Gregory House. ¡Sería sensacional! Mandaría al sindicato al diablo en un dos por tres comprobando que es un foco de infección muy grasoso y laxo para la paraestatal, además de que le puede acarrear desórdenes financieros y subidas de presión que podrían llegar a provocar una parálisis y derrames internos de crudo en sus divisiones internas. En un sexenio llevaría a esta empresa petrolera de ser la única en su rubro enferma en todo el mundo y que pierde quien sabe cuantos cientos de millones de dólares al año a ser una empresa petrolera si bien no líder, si perfectamente bien operada y totalmente sana en todas sus áreas. Con alguien como House en el Instituto Federal Electoral seguro que nadie se arriesgaría a decir que hubo urnas que llegaron a la votación embarazadas por mapaches y controlaría a todos los partidos políticos mandándolos con el proctólogo al menor indicio de dolores por sentarse mal o sacar alguna ventaja de su curul.

No se si sean reales, ni que tan bien estructurados desde el punto de vista medico sean los parlamentos del programa como cuando por ejemplo House y sus achichincles se enfrascan en una discusión sobre hacer o inyectar tal o cual cosa a un paciente que lo pondrá al borde de la muerte solo para saber si es alérgico unas riquísimas conchas de chocolate con nata o para saber si el paciente toma la coca con hielo y ron para hacerse una cuba libre o la inhala.

lunes, 14 de enero de 2008

¿QUE TE HA DADO ESE PELON CIGARRO? QUERIDO AMIGO...

Desde mi pelona, para el mundo y para los enviciados del humo.

Después de todo mi conciencia y la ley pudieron más que yo. No me quise arriesgar a que en algún antro, restaurante o bar el gerente nos dijera a Cigarro y a mi que nos saliéramos a la banqueta, que nuestra humeante relación no era bien vista por la sociedad o que simplemente en mi casa y por la tórrida relación que teníamos Cigarro y yo nos tuviéramos que esconder en el closet de la incomprensión para seguir con nuestra nicotìnica, embriagante y humeante relación.

Conocí a Cigarro cuando era adolescente. Mucha gente me dijo que no le hiciera caso pero desgraciadamente no quise escucharlos. A Cigarro le di los mejores años de mi vida y veo con tristeza que él a cambio no me dejó nada bueno y si muchas cosas malas. Cigarro me subía la presión, me quitaba el hambre, manchaba mi boca y dejaba su penetrante aroma en mi persona, en mi ropa y en mi coche. Afortunadamente no me dejó una úlcera como las ha dejado en otras de sus humeantes relaciones. Despilfarré mucho dinero en el y a cambio no me dio absolutamente nada de nada. Por si fuera poco hizo que me escondiera de algunas personas e hizo también que hasta les mintiera en algunos casos. Caí en sus garras.

Recuerdo que varias veces y para seguir con nuestra relación en no pocas ocasiones a mitad de la función de cine me tenía que salir para poder disfrutar de Cigarro o Cigarrìn como alguna vez le decía. Bueno, llegué al extremo de preferir viajar en coche largas distancias debido a que las aerolíneas vetaron nuestra relación por el mal ejemplo que dábamos y por la contaminación que podíamos ejercer a las demás personas. Dejé inservibles con una o dos puestas algunas camisas y varios pantalones debido a que misteriosamente se quemaban tal vez porque no eran de su agrado y hasta en algunas ocasiones –muy pocas- me quemé los dedos de las manos con el fuego de Cigarro.

Cigarro siempre fue muy posesivo a tal grado que no permitía que me quedara sin él a cualquier hora del día y de la noche teniendo que llegar al ridículo de comprar varias cajetillas antes de llegar a mi casa o al trabajo para poderme sentir bien. Tenía a Cigarro en la maleta, lo tenía en el auto, iba conmigo a todas partes, lo tenía en la mente y en la sangre y me causó –me atrevo a asegurar- un gran desfalco económico que sólo Dios sabe a cuanto podría ascender. No quiero hacer cuentas. No quiero hacer más corajes después de que quien sabe en que estado de salud me dejó. He leído que los doctores dicen que deben de pasar cinco años para saber si mi fatídica relación con Cigarro no me dejó secuelas de por vida que en un momento dado puedan traer males irreversibles. Estoy temeroso y no me quiero hacer un examen radiográfico de mis pulmones. Capaz que Cigarro dejó algo en ellos que pudiera reducir su capacidad de manera sustancial vetándome de por vida el ejercicio y porque no decirlo, la capacidad de tener relaciones íntimas en una futura relación que pudiera tener. Que miedo.
Fueron muchos años de relación. Hubo ocasiones en que Cigarro me dijo haciendo bolitas de humo ¿Que me quieres dejar?, ¡Anda a ver si puedes…tu nunca podrás dejarme! Se reía, echaba mas humo y volvía yo a caer en sus garras como si fuera un ser sin fuerza de voluntad.

Afortunadamente la luz llegó a mi cabeza y tuve el valor de dejar a Cigarro. Estoy luchando por hacerlo. Tengo varios días sin Cigarro y respiro mejor, siento mi piel mas suave, me agito menos al subir una escalera, toso menos, mi pecho ya no tiene flemas y aprecio de nuevo muchos sabores que ya ni me acordaba que existían. Trato de olvidarlo y hasta aconsejo a los que caen bajo su torva y repugnante mirada para que lo ignoren y que sea castigado con el látigo de nuestro desprecio. Dicen que un clavo, saca a otro clavo. Ahora tendré mucho cuidado de caer también bajo el influjo de Caramelo.

miércoles, 2 de enero de 2008

COMER POLLO ES PELON DE VEZ EN CUANDO

Desde mi pelona y para el mundo y además para aquellos que les gusta comer Pollo.

Últimamente y tal vez por cuestiones derivadas de posibles distracciones y falta de conocimiento he tenido problemas con la comida. Creo que todo mi problema culinario inició cuando ordené unos huevos con jamón en Cuatro Vientos y que como todos Ustedes saben me ha traído consecuencias desastrosas en mi entorno familiar y social. En esta semana cometí otro error que categóricamente me atrevo a asegurar que es hasta superior al de aquel aciago día de la famosa cecina y que me ha costado sudores, penas y miradas fulminantes ya no de meseras sino de amigos y de amigas.

Les recomiendo que antes de contestar correos electrónicos con el botoncito de “responder a todos” vean con lujo de detalle quien está incluido en la lista de receptores de dicho mail. Si no tienen esa costumbre, les suplico de la manera más atenta que se habitúen a ella, si ya la tienen, lo menos que les podría decir es ¿por qué no me dieron el tip antes? Ahora, además de la cecina, tengo otro demonio al cual exorcizar. Es el “pollito con papas”. La manera de liberarme de este trance en el cual navego es acusarme yo mismo, saber reconocer que la regué totalmente y pedir disculpas con este escrito. Es la verdad.

Cambiaré nombres debido a que los interesados se podrán ver fielmente retratados. Todos los personajes que leerán a continuación nos conocemos desde hace muchísimos años.

Recibí de un gran amigo, Martín un correo electrónico el martes pasado que decía escuetamente que la reservación para comer había quedado lista para Los Canarios el miércoles a las 14:30 hrs. El correo además de ir dirigido a mi, también era dirigido a Esperanza (prima de Sabàs otro gran amigo y conocido por todos), a Bernardo y a Javier. Nunca observé a Esperanza en los nombres de “para:”. Error terrible que lo trato de remediar en estos precisos momentos. Se podrán imaginar que contesté el correo con el botón “responder a todos”.

Siempre fiel a mis respuestas y pensando que únicamente le contestaba a Martín, a Bernardo y a Javier pues que confirmo mi asistencia añadiendo que para un servidor es un placer comer, mas que con ellos, con Esperanza y que ordenaría, siempre y cuando ella estuviera de acuerdo un “pollito con papas que tuviera además unas pechugas jugosas”. Hay ocasiones en que a uno de vez en cuando le sale lo vulgar y lo corriente. Yò pecador. Yò pecador. Yò pecador.

Siempre abro los correos que me llegan en estricto orden, es decir desde el más viejo o que llegó primero hasta el más reciente o último que acaba de llegar. Las respuestas estaban en este orden: Esperanza, Martín (dos respuestas) y Bernardo. Javier que es medio sospechosista a veces confirma y otras veces no lo hace llegando siempre a las comidas. Iniciaron mis temores cuando detecto que todos los correos tenían el mismo título. El sudor, un pulso de maraquero y taquicardias me atacaron de inmediato.

Traté de recordar en que términos había respondido y a quien le había llegado mi baja y ruin respuesta por no fijarme y presionar el botón de “responder a todos”. Un sabor amargo me subió súbitamente por la garganta haciendo que tuviera que ir al baño a volver el estómago. Salí del baño desfajado, hecho una sopa en sudor, trastabillando buscando una pared para apoyarme y hasta teniéndome que restirar los calcetines que por alguna extraña razón y sin darme cuenta estaban hasta abajo.

Revisé la carpeta de elementos enviados. Encontré el maldito correo y mi sospecha se hizo realidad. Constaté que mi respuesta la había enviado a Martín, a Bernardo, a Javier... ¡y a Esperanza!

Armado de valor regresé a la bandeja de entrada. Abrí el correo de confirmación a la comida de Esperanza para leer en los primeros renglones que ella llegaría a tiempo a Los Canarios y que le daba mucho gusto sentarse a comer con todos. El último párrafo fue el lapidario para mí. Dice: “Manuelito, te pasas”.

Mi primer impulso fue en no asistir a la comida. Me sentía –y aun me siento- mal. Pasaron unos minutos en los cuales medité mi bajeza y hasta me avergoncé de mi mismo por aquella respuesta. Llegué a la conclusión de que debía de ir a dar la cara, afrontar las consecuencias y soportar lo insoportable, amén de cualquier cantidad de improperios y en un momento dado hasta de un par de buenas bofetadas estilo María Félix que con toda seguridad me daría Esperanza en cuanto me viera.

Sobra decir que el camino desde mi casa hasta Los Canarios que se encuentra en Mazaryk y a pesar del tráfico se me hizo muy corto. Sentí la camioneta como si tuviera vida propia y además, como si trajera una sirena para que se me abrieran los coches y dejarme pasar y llegar a una fatídica comida. Aun así llegué tarde. Ya estaban todos en la mesa. Maliciosamente dejaron una silla vacía justamente al lado de Esperanza. Saludé a todos de mano. Me acerqué a Esperanza y la saludé como si nada hubiera pasado, nos dimos un beso en la mejilla y me dijo que era magnífico que hubiera decidido ir “a pesar de mi correo”. Hubo risas en toda la mesa. Sentado también estaba, además de las personas que menciono líneas arriba Jacinto, hermano de Esperanza a quien conozco también desde hace muchos años y que por alguna u otra razón no nos habíamos podido frecuentar. Hubo alguno que otro comentario respecto a mi correo. Sobra decir que todos en la mesa se vieron muy decentes y hasta hubo una que otra broma muy ligera. En verdad se los agradezco mucho a todos, pero en especial a Esperanza.

Llegada la hora de ordenar la comida todos pidieron que carne, que pescado, que ensalada, etc, etc. Me llegó el turno de ordenar. El mesero amable y envaselinadamente se dirigió a mi diciendo ¿Para el Señor que le traemos? Iba a ordenar un pescado empanizado cuando Esperanza se adelanta diciendo…”para el Señor tráigale unas pechugas de pollo bien jugosas”… ¿o no Manuelito?

Hubo risas, hubo brindis y yò de que menos exorcicé a un tremendo demonio.

Mil perdones Esperanza.