miércoles, 2 de enero de 2008

COMER POLLO ES PELON DE VEZ EN CUANDO

Desde mi pelona y para el mundo y además para aquellos que les gusta comer Pollo.

Últimamente y tal vez por cuestiones derivadas de posibles distracciones y falta de conocimiento he tenido problemas con la comida. Creo que todo mi problema culinario inició cuando ordené unos huevos con jamón en Cuatro Vientos y que como todos Ustedes saben me ha traído consecuencias desastrosas en mi entorno familiar y social. En esta semana cometí otro error que categóricamente me atrevo a asegurar que es hasta superior al de aquel aciago día de la famosa cecina y que me ha costado sudores, penas y miradas fulminantes ya no de meseras sino de amigos y de amigas.

Les recomiendo que antes de contestar correos electrónicos con el botoncito de “responder a todos” vean con lujo de detalle quien está incluido en la lista de receptores de dicho mail. Si no tienen esa costumbre, les suplico de la manera más atenta que se habitúen a ella, si ya la tienen, lo menos que les podría decir es ¿por qué no me dieron el tip antes? Ahora, además de la cecina, tengo otro demonio al cual exorcizar. Es el “pollito con papas”. La manera de liberarme de este trance en el cual navego es acusarme yo mismo, saber reconocer que la regué totalmente y pedir disculpas con este escrito. Es la verdad.

Cambiaré nombres debido a que los interesados se podrán ver fielmente retratados. Todos los personajes que leerán a continuación nos conocemos desde hace muchísimos años.

Recibí de un gran amigo, Martín un correo electrónico el martes pasado que decía escuetamente que la reservación para comer había quedado lista para Los Canarios el miércoles a las 14:30 hrs. El correo además de ir dirigido a mi, también era dirigido a Esperanza (prima de Sabàs otro gran amigo y conocido por todos), a Bernardo y a Javier. Nunca observé a Esperanza en los nombres de “para:”. Error terrible que lo trato de remediar en estos precisos momentos. Se podrán imaginar que contesté el correo con el botón “responder a todos”.

Siempre fiel a mis respuestas y pensando que únicamente le contestaba a Martín, a Bernardo y a Javier pues que confirmo mi asistencia añadiendo que para un servidor es un placer comer, mas que con ellos, con Esperanza y que ordenaría, siempre y cuando ella estuviera de acuerdo un “pollito con papas que tuviera además unas pechugas jugosas”. Hay ocasiones en que a uno de vez en cuando le sale lo vulgar y lo corriente. Yò pecador. Yò pecador. Yò pecador.

Siempre abro los correos que me llegan en estricto orden, es decir desde el más viejo o que llegó primero hasta el más reciente o último que acaba de llegar. Las respuestas estaban en este orden: Esperanza, Martín (dos respuestas) y Bernardo. Javier que es medio sospechosista a veces confirma y otras veces no lo hace llegando siempre a las comidas. Iniciaron mis temores cuando detecto que todos los correos tenían el mismo título. El sudor, un pulso de maraquero y taquicardias me atacaron de inmediato.

Traté de recordar en que términos había respondido y a quien le había llegado mi baja y ruin respuesta por no fijarme y presionar el botón de “responder a todos”. Un sabor amargo me subió súbitamente por la garganta haciendo que tuviera que ir al baño a volver el estómago. Salí del baño desfajado, hecho una sopa en sudor, trastabillando buscando una pared para apoyarme y hasta teniéndome que restirar los calcetines que por alguna extraña razón y sin darme cuenta estaban hasta abajo.

Revisé la carpeta de elementos enviados. Encontré el maldito correo y mi sospecha se hizo realidad. Constaté que mi respuesta la había enviado a Martín, a Bernardo, a Javier... ¡y a Esperanza!

Armado de valor regresé a la bandeja de entrada. Abrí el correo de confirmación a la comida de Esperanza para leer en los primeros renglones que ella llegaría a tiempo a Los Canarios y que le daba mucho gusto sentarse a comer con todos. El último párrafo fue el lapidario para mí. Dice: “Manuelito, te pasas”.

Mi primer impulso fue en no asistir a la comida. Me sentía –y aun me siento- mal. Pasaron unos minutos en los cuales medité mi bajeza y hasta me avergoncé de mi mismo por aquella respuesta. Llegué a la conclusión de que debía de ir a dar la cara, afrontar las consecuencias y soportar lo insoportable, amén de cualquier cantidad de improperios y en un momento dado hasta de un par de buenas bofetadas estilo María Félix que con toda seguridad me daría Esperanza en cuanto me viera.

Sobra decir que el camino desde mi casa hasta Los Canarios que se encuentra en Mazaryk y a pesar del tráfico se me hizo muy corto. Sentí la camioneta como si tuviera vida propia y además, como si trajera una sirena para que se me abrieran los coches y dejarme pasar y llegar a una fatídica comida. Aun así llegué tarde. Ya estaban todos en la mesa. Maliciosamente dejaron una silla vacía justamente al lado de Esperanza. Saludé a todos de mano. Me acerqué a Esperanza y la saludé como si nada hubiera pasado, nos dimos un beso en la mejilla y me dijo que era magnífico que hubiera decidido ir “a pesar de mi correo”. Hubo risas en toda la mesa. Sentado también estaba, además de las personas que menciono líneas arriba Jacinto, hermano de Esperanza a quien conozco también desde hace muchos años y que por alguna u otra razón no nos habíamos podido frecuentar. Hubo alguno que otro comentario respecto a mi correo. Sobra decir que todos en la mesa se vieron muy decentes y hasta hubo una que otra broma muy ligera. En verdad se los agradezco mucho a todos, pero en especial a Esperanza.

Llegada la hora de ordenar la comida todos pidieron que carne, que pescado, que ensalada, etc, etc. Me llegó el turno de ordenar. El mesero amable y envaselinadamente se dirigió a mi diciendo ¿Para el Señor que le traemos? Iba a ordenar un pescado empanizado cuando Esperanza se adelanta diciendo…”para el Señor tráigale unas pechugas de pollo bien jugosas”… ¿o no Manuelito?

Hubo risas, hubo brindis y yò de que menos exorcicé a un tremendo demonio.

Mil perdones Esperanza.

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